Comenzamos el año un poco beligerantes, un año en el que nos azota de nuevo la crisis, en el que las previsiones de empleo siguen siendo nefastas, en el que se van a producir subidas de impuestos y apreturas que nos van a tener en la cuerda floja, vayan ustedes a saber durante cuánto tiempo más.
Ayer compartimos en
Twitter una noticia relacionada con los abusos laborales que siguen cometiendo las grandes empresas de la industria Textil, concretamente Zara. Esta empresa, abanderada del emprendimiento de su creador, el señor más poderoso de España, Don Amancio Ortega, y del que hemos leído sus modestos comienzos y la gesta de su crecimiento; ahora vuelve a estar embarrado con noticias como
esta (está en Gallego).
Esta noticia, aunque es una más de las muchas que se leen sobre este tema, me sigue haciendo pensar. Sigo la campaña de
Ropa Limpia desde hace unos cuantos años y ahora que Smash-it! está dentro del sector textil, quiero exponer mi punto de vista como creadora sobre la realidad de la Industria y el posicionamiento de la marca en estos sucios asuntos.
Vamos a dar unas pinceladas sobre lo que rodea a la industria textil:
Como todos saben hace mucho tiempo que terminó la época en que las marcas de ropa tenían sus propios talleres en los que ejercían todo el proceso productivo, hasta llevarla a los locales de venta. El corte y la confección de la prenda se derivan hacia otros talleres, y es, cuando la producción ingresa en territorio sórdido y comienza a desentenderse del circuito legal.
Ahora las empresas textiles se trasladan a la India, Bangladesh, Marruecos, Guatemala, México o China, países en los que instalan sus filiales en zonas francas. Estas son zonas industriales que han creado sus gobiernos especialmente para atraer inversiones de las multinacionales o de empresas extranjeras.
Hoy en día cualquier empresa tiene posibilidades de producir fuera, ya no es un proceso complejo e inalcanzable, incluso empresas pequeñas como la mía se pueden plantear acceder a estos países y sus producciones.
En estas zonas, los gobiernos ofrecen a las empresas privilegios económicos: no pagan impuestos, pueden sacar el dinero del país fácilmente y además el gobierno mantiene una estructura de empresas de servicios para las propias multinacionale instaladas allí.
En las zonas francas generalmente se produce en cadena y trabajan mujeres o niños/as en condiciones de explotación y con sueldos bajos. Aunque a menudo estos sueldos, son muy superiores a los que se perciben en otros trabajos en el mismo país.
Los costes aproximados de una prenda representan: un 15% el hacer la hilatura o tintura de las telas y el 30% la confección de las piezas. Por ello, las empresas que buscan rebajar los costes se trasladan a países con mano de obra más barata. Mientras en España el sueldo de un obrero textil es de unas 8-12 €/hora, en Marruecos es 6 veces menor, y en algunos países como Pakistan llega a ser 18 veces menos.
A la sombra de todo esto revolotean términos como el engaño, la coerción al trabajo, la amenaza, muchas veces violencia, la reducción a la servidumbre y la trata de personas; la marginación, el abuso, la clandestinidad e incluso la mafia; y siempre con el mismo escenario: El taller de confección.
Os voy a dar unos datos:
- Aproximadamente el 26% de los empleados en la industria textil en estos países son inmigrantes indocumentados.
- El 78% de la ropa que se produce en estos países se hace con trabajadores fuera del sistema legal.
- En países asiáticos, como Bangladesh, India, China o en México y Guatemala, las mujeres son el 85% de la mano de obra en las zonas francas orientadas a la exportación, están empleadas en los sectores textiles.
- Se calcula que el 70% de los trabajadores de la industria textil son mujeres. Los trabajos mejor pagados, como la supervisión, el corte, lo hacen los hombres.
- Normalmente se paga a las mujeres entre un 20 y un 50% menos que el sueldo de los hombres. La industria textil se basa en la idea de que ellas están ganando dinero de más para la familia.
Ahora Smash-it! es un proyecto pequeño, iluminado por la ilusión, llevado por el entusiasmo, honesto y limpio en su proceso, fabricando las telas en Mataró, cuna de los tejedores españoles, confeccionando en Valencia con quien nos sentamos al lado de las chicas que manejan con soltura y profesionalidad las máquinas Overlock, que cobran su sueldo, están dadas de alta en la Seguridad Social y tienen horarios compatibles con una vida normal.
Siempre me hablan de los malditos costes, de si me es rentable producir en España, se vuelven locos por saber con quién trabajo y cuánto me cuesta hacer una prenda, y por supuesto me preguntan que si aún quedan talleres de confeccion por estos lares. Datos, datos y más datos que por supuesto no desvelo.
¿No hay talleres de confección en España?, Sí, los hay, claro que los hay, los mismos talleres que los grandes arruinaron cuando decidieron quitarles la producción para llevarlas a estos países. Los conozco casi todos, y todos coinciden en lo mismo, cerraron o se reconvirtiero y lucharon para salir adelante. Muchos están aún trabajando para emprendedores, para pequeñas empresas o para creadores que quieren sacar sus proyectos, y salen adelante, por supuesto que sí.
En conclusión lo que quiero hacer ver con este post es que los consumidores, tenéis que implicaros un poco y no hacer la vista gorda a esta situación. Solo hace falta ser un poco responsable con lo que compramos. Es más que evidente que nadie va a dejar de comprarse unas zapatillas de Nike o un vestido en Zara, pero nosotros también estamos aquí y tenemos que ser una alternativa más a vuestras compras y por supuesto que valoréis lo que hacemos, cómo lo hacemos y lo que cuesta. Queremos que en vuestra decisión de compra Smash-it! sea la alternativa mejor valorada entre las marcas deportivas, otra cosa ya es que os lo compréis... ;)
¡Saludos!